lunes, 30 de noviembre de 2009
NO SE HA DE MORIR
MUERTO ENTRE FANTASMAS
MUERTO ENTRE FANTASMAS
Estoy vivo. Pero nadie
corre mi sangre en esta casa.
Y sólo hablo con mis recuerdos.
Lo que queda de atrás,
y la distancia a unos sueños
de antes que ahora reflejo
en heridas de tinta
que no dejan de sangrar
en un triste poema.
Soy un muerto entre fantasmas.
Unas palabras enterradas
en el silencio involuntario
de estar callado
por ser más bella la mordaza
que la sílaba mal gastada.
Un muerto entre fantasmas.
Alguien que vive a solas
con su propio silencio,
y sus sueños olvidados
Eso soy: un muerto entre fantasmas.
viernes, 27 de noviembre de 2009
NO TAN LOCO COMO DEBIERA
Estoy ya bastante loco.
Pero, en ocasiones, no creo
que lo esté como debiera.
Resulta díficil pasar el día
cargando cuerdas en el cuello
sin ahogarse.
Y nadar tanto a contracorriente
sin hundirse como un pez
de junglas de cristal
de cuyas branquias sólo se acuerda
la fosa de crista de una agujero
de botella en noche ebria.
Estoy loco.
Pero no me matan
las espadas
de mis palabras aún.
No tan loco como debiera.
jueves, 26 de noviembre de 2009
BIBLIOTECAS AMBULANTES
BIBLIOTECAS AMBULANTES
Hay muchas palabras cuyo sonido nunca ha tenido hueco en ninguna de cuantas estanterías pueda haber en una biblioteca. Muchas historias por contarse, detrás de cada esquina que recorremos. Muchas pisadas de cuyos invisibles caminos ningún sendero se acuerda. Huellas que se ha llevado el abrazo de espuma y tiempo de una ola que rompe en la orilla en vaivén desenfrenado. Muchos héroes que la historia no ha llenado de laureles precisamente. Y, entre otras cosas, muchos gigantes de cuyo tamaño no se acuerda nadie, salvo una triste esquela al final del viaje por la vida.
Y aún así, creemos, en muchas ocasiones, que todo lo que se nos puede contar se encuentra dentro de esos intrigantes, en ocasiones, o aburridos y tediosos en momentos cercanos a un examen, edificios que llamamos bibliotecas. Es cierto que las bibliotecas pueden ser edificios en los que se puede emprender un viaje hermoso al saber que tanto ignoramos. Entrar en ellas puede parecerse a surcar, desde la tinta, un planeta de emociones y sensaciones inauditas que sólo conoce quien se ha sumergido de verdad en esas páginas de papel mágicas de un libro. No obstante, nos estaríamos perdiendo una gran parte de lo que podríamos llegar a abarcar en los armarios y estantes de nuestra memoria, si nos ciñésemos a descubrir lo poco que nos puede brindar una biblioteca en ese aspecto. Porque cada persona con la que, tal vez, nos cruzamos por casualidad un día por la calle puede enseñarnos algo que no está escrito en ningún libro. Puede contarnos, también, una historia intrigante que haría las delicias del propio Stephen King o Julio Verne entre otros muchos autores. Puede, en fin, decirnos algo que se nos ha escapado de las redes de nuestro exiguo conocimiento de los millones de globos que existen dentro de este terráqueo.
Y lo más triste es que nos las estamos perdiendo, tal vez, porque nos refugiamos en los libros y en otros lugares para no comunicarnos. Nos perdemos compartir nuestro silencio, y nuestros versos y palabras por huir de un mundo que, tal vez, vaya a pique sin que nadie le ponga remedio. Hablamos muy poco, a pesar de estar tan comunicados. Perdemos maestros que puedan enseñaros y alumnos a los que impartir lecciones que perdurarán más allá de los títulos y las bibliotecas. Hay tantas bibliotecas ambulantes vagando por el mundo que esperan que alguien las lea.
IDIOTEZ EFÍMERA
Siempre he sido idiota.
Pero ahora la ignorancia
se ha vuelto diferente.
Los columpios se desgastan
al balanceo como compases
que dan demasiadas vueltas
al mundo en un papel.
La madurez empieza a pesar.
Y no vale mirar al amanecer
con un sol sonriente a lápiz.
Quedan ya lejos las estrellas:
A más de un telescopio imaginado.
Y se ha de comenzar el paso firme
por las piedras del camino:
ya duele caerse más que antes.
Siempre he sido idiota.
Pero en mis ojos
ya ha crecido la distancia
supuesta al cielo.
Y el tamaño del universo
ya pesa más de un DIN-A4
En fin, ya no es lo mismo
que antes ser idiota.
sábado, 21 de noviembre de 2009
TAN FELICES LOS NOVIOS
jueves, 19 de noviembre de 2009
NO SE PUEDE OLVIDAR
No se puede olvidar, a veces,
demasiados kilómetros de camino.
Resultaba tan bonito que llevaras
mis piedras también en tu espalda.
Y las cruces no se clavaran tanto,
cuando se moría el tiempo sin tiempo
en tus brazos de sol,
y amaneceres sempiternos
que duraban más allá de la luna.
No se puede olvidar, a veces,
lo que no se quiere borrar,
como la cal de una pizarra,
de la memoria ausente del perdido,
sino tratar de no morir
sin.....
lunes, 16 de noviembre de 2009
CONVERSACIONES CON EL AIRE
Sólo el viento susurra
a la distancia de mi soledad
acompañada.
Sólo el viento escucha
esta voz enterrada,
estas horas sin tiempo,
estas playas sin orilla
en cuyas siluetas de arena
no se mecen olas de espuma,
sino de lágrimas.
Y me siento mudo, sin palabras,
auqnue por la garganta asomen
bancos ocupados de parques,
mundos, y vivencias.
Sólo el viento me susurra
porque mi silencio está solo.
viernes, 13 de noviembre de 2009
NO DURARÉ DEMASIADO
No duraré demasiado.
Toda una vida que suspirar,
que decir, que pasar,
que existir.
No duraré demasiado.
Toda, y simplemente una vida.
PULGARCITOS
No somos demasiado grandes. Más bien, se podría decir que somos minúsculos como una pequeña gota luminiscente de estrella dentro de un gigantesco e inmensurable universo. Somos breves, pequeños, poca cosa. Una pisada más de cuantas conocen las mudas baldosas de las calles. Una línea ínfima más de las historias que contiene la gran historia de los difuntos y los que quedan vivos en este planeta humano. Somos casi nada. Y sin embargo, en ocasiones, algo nos vuelve inmensos. ¿Qué nos vuelve grandes?
Puede que seamos muy poco, que no seamos mucho. Puede que sólo seamos otra vida que pasa entre millones de mundos y personas que nunca llegaremos a conocer. Pero ya decía alguien que “se puede ser nadie para el mundo, y ser el mundo para alguien”. Alguien puede que nos ame o esté por amarnos. Puede que alguien esté por la labor de volvernos grandes, únicos, irrepetibles en algún recuerdo ajeno, en otra huella, en otro momento, en otro lugar que no sabe de mapas mundiales. Puede que, al fin y al cabo, gracias a alguien, no seamos tan pequeños, aunque ya este, en este mundo de prisas, no tengamos tiempo para recibir ese abrazo de “grandeza”, y sólo nos quede para darnos codazos en los pasos de peatones con otros transeúntes de cuyas prisas y penas pocos se acuerdan, salvo unas nóminas a final de mes.
Así pues, sería bueno que se empezase otra vez a creer en el afecto, y en el cariño labrado a base de abrazos y no de regalos envueltos. Quizás, lo agradezca nuestra voz, que no se quedará muda. Y nuestro ínfimo tamaño. Un recuerdo nos podrá volver más grandes. Y no seremos, tal vez, tan Pulgarcitos.
jueves, 12 de noviembre de 2009
CERCANA LEJANÍA
Estoy cerca de la palabra.
Pero no la encuentro,
aunque se gasten sílabas
en las conversaciones.
No tengo voz. Estoy mudo,
aunque tengo toda una historia
que contar.
No siento que corran sonidos
en lo que digo.
Y, a veces, entablo conversaciones
con la almohada.
Y pienso por qué las plumas
se paran mejor a escuchar
que las tapias de tímpanos.
Tengo a estatuas cerca.
Y parecen hablar.
Pero no basta.
Y pido permiso.
Permiso para hablar con mi silencio.
martes, 10 de noviembre de 2009
DESPERTARSE DE LOS SUEÑOS
DESPERTARSE DE LOS SUEÑOS
Despertarse de los sueños
no es hundir los ojos,
en lágrimas, cuadno desaparecen
los párpados cerrados, y el sol
que dispara rayos mortales de luz,
en el tiempo.
Y seguir viviéndolos
eso quisiera poder hacer
Despertarme siempre de los sueños.
y que no se durmieran nunca.
lunes, 9 de noviembre de 2009
NO HAY DEMASIADO QUE DECIR
NO HAY DEMASIADO QUE DECIR
No hay demasiado que decir,
cuando callarse es expresar
sólo silencio.
Malgastar palabras
no sirve de mucho.
Y decir algo,
cuando el silencio es más hermoso
es decir demasiado.
Ante rebuznos, a veces,
no queda más que decir
que la quietud, y la voz enmudecida.
SOY PEQUEÑO
Soy pequeño como pisada,
y palabra, y nombre, y tamaño.
Pero alguien me recuerda.
Y me vuelvo gigante,
inmortal, mientras no me dejes
de mirar, amor.
viernes, 6 de noviembre de 2009
REGALOS VERDADEROS
REGALOS VERDADEROS
Llega el seis de enero. Los niños esperan que unos mágicos reyes venidos de Oriente colmen sus sillones de juguetes con los que llevan soñando todo un año cargado de ilusiones. Pasa poco más de un mes, y los enamorados esperan que se consolide el cariño mediante alguna “espontánea flor” que un santo, al que le encantan los grandes almacenes, deposita en nuestras vitrinas. Transcurre más tiempo, y se nos avecinan cumpleaños, fiestas señaladas y otras onomásticas para que nos preparemos para envolver nuestras peculiares muestras de cariño. Y así discurre el devenir del tiempo, hasta que otro chavalín llegado desde el Ártico llena de emoción unos calcetines colgados de abetos. Y vuelta a empezar. La pregunta es: ¿Acaso regalar objetos basta para demostrar cariño y afecto, y dar lo que un alma necesita?
En este mundo, se regala cada vez menos lo que verdaderamente se puede apreciar sin que haya que ponerle el valor pecuniario que reza en una etiqueta. Cada vez brindamos menos al prójimo la oportunidad de sentir un temblor, de emocionarse, de guardar tesoros en la memoria que no se irán y, en fin, de hacer que perdure en su recuerdo un instante fugaz y hermoso de su vida. Porque los regalos, a veces, no vienen envueltos en ninguna caja. Porque los objetos materiales que damos, algún día, serán pasto del óxido y el olvido de los desvanes, a diferencia de los recuerdos hermosos que duran en la memoria de quien los vive hasta que muere e, incluso, se vuelven inmortales en el recuerdo de alguien que conoció en vida. Por estas razones, entre otras, nos deprimimos más, nos sentimos más solos, y estamos más carentes de algún momento inolvidable.
No hay nadie que nos abrace de verdad. No hay nadie que deje de preocuparse de guardar las formas para quedar bien con nosotros mediante una postal navideña cuyo mensaje es más falso que un billete de 10 céntimos. Sentimos poco, y hablamos poco con el corazón. Hablamos por gastar palabras, en una suculenta cena, y, como no podía ser de otra forma, al final siempre nos queda esa sensación de vacío impenetrable que un paquete sólo colma durante el instante en el que lo miramos. Nos damos muchas cosas, pero no nos regalamos nada, al fin y al cabo, porque estamos carentes de temblores, emociones, etc.. Lo que verdaderamente vale. El verdadero regalo de existir y saber que otros son conscientes de que existimos.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
PIANOS DORMIDOS
PIANOS DORMIDOS
Escucho el silencio, tranquilo.
Transita por mis oídos
como una mujer por desnudarse,
como una hoja por colgarse
de la flor de la primavera.
Y lo siento, y lo toco,
aunque no haya manos
que puedan palpar el aire.
Escucho el silencio,
cuando me caso con la música.
Y despiertan los pianos dormidos,
las voces enterradas de un mundo
en que suenan demasiados ruidos,
y gritos sin profundidad
en garganta alguna.
Escucho el silencio
con la música, de otra manera.
Ya no duele tanto.
Suena a piano recién despierto.
martes, 3 de noviembre de 2009
ALEJARSE
ALEJARSE
Alejarse es bueno.
Alejarse sin marcharse
demasiado de los ojos.
Alejarse sin perder
la dirección de una veleta
que sigue al viento.
Alejarse sin desorientarse
del camino, y soñar
sin que nos derrumbe
el peso de un sol gris
al despertar.
Soñar sin dejar de ser reales.
Alejarse sin acercarse
al abismo de volar sin alas.