La prima de riesgo por las nubes y nosotros nos enamoramos, diría Rick Blaine perdiéndose en la mirada oceánica de una Ilsa atormentada y radiante. Ella de azul y a lo lejos Merkel vistiendo otro gris, de corte siglo XXI, pero Hugo Boss como entonces.
Ismael Serrano
CORRO EL RIESGO DE UNA PRIMA
Corro el riesgo de una prima,
enfurecida, rauda,
por las nubes, y violenta
que no viste de falda, ni recatada
belleza los umbrales de la mirada.
Y aún así tengo tiempo de enamorarme
del mundo.
De huir un tiempo del peligro
capital de un sable que corta,
a veces, algo más que la piel.
Corro el riesgo de una prima.
Y sin embargo, todavía me queda
aliento humano para doblegar
hasta al viento que ya se cansa
de vagar en busca de unas alas
asfaltadas que quieran surcarlo.
Corro el riesgo de una prima
o hay alguna prima que es de riesgo.
Nunca he sabido con certeza
el peligro de un beso crediticio
o un abrazo de acciones en mi cuenta.
Las leyendas me las contaron
desde el levantamiento sin armas
de un dulce susurro en la cuna,
y no quiero saber
de otras fábulas de alto riesgo
en parqués poblados de corbatas.
Corro el riesgo de una prima.
Y sin embargo, aún queda espacio
y margen para seguir soñando.
Tal vez, no exista mayor peligro
que dejarse atrás los sueños
en la estación del conformismo.
Y aunque las palabras endulzadas
se desgasten ya tan repetidas
como el recorrido de un tren
de papel y lágrimas
sobre los raíles cada vez más oxidados
de la nación de la conciencia,
yo seguiré soñando siempre
con ser, tal vez,
increíblemente soñador.
Increíblemente humano,
pese a que ahora soy consciente
de correr el riesgo de una prima.