TORMENTA EXCESIVA
Ahora no quiero que me inunden
las olas de la incertidumbre el alma:
así como la tormenta en algún momento
ha de amainar tampoco puede perdurar
hasta siempre el pánico.
Debe haber tempestades siempre,
solo para dar paso a días mejores.
Y aunque pretenden anegarme
el corazón de diluvios de miedo,
yo agosto los campos minados
del miedo con la primavera
florida de mis sueños intactos.
Ante la tormenta excesiva de histeria
solo puedo defenderme con esperanza,
y que llueva, sí, siempre el amor
allá por donde paso.
Una tempestad preciosa de cariño,
y amor por la vida.