EL DÍA ES SIEMPRE JOVEN
Aún amanece claramente
en el horizonte de mis ojos:
no quiero que todavía caiga
la noche después de la muerte
inevitable de otra tarde perseguida.
En la tierra de esperanza
siempre hay serenata en los balcones
de trémulo fulgor de las pupilas.
En una singladura de miradas
que no siempre contemplan
el esplendor de un ocaso
sin verlo teñido de sangre.
Y el día es siempre joven,
aunque sea bien sabido
que a cada minuto envejece
la luz en el firmamento más alto.
Solo debo nacer de nuevo,
y que la vida me dé permiso
un día más para amarme,
mientras me amo en todo.
Y así el día sea siempre joven.