Hay que abrirse a la luz,
y cerrar las puertas a lo oscuro.
Brillar en el candor del otro,
sin tratar de apagar chispas ajenas.
Incendiarnos de amor y abrazos.
Inundarnos de afecto y cariño.
Nadar en el llanto suaves,
cuando llegue el dolor,
sin ahogarnos en la tristeza.
Y en la tormenta aguantar
la fuerza del huracán cual junco,
que, aun en su pequeñez,
no se doblega ante los golpes.
Sigamos en la luz
en esta avenida de dudas,
pese a la tentación de lo oscuro.
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