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ELLA YA NO VUELVE A CASA
Ella ya no vuelve a casa.
Vuelve el mar en sus ojos,
esa gaviota de luz
que anida en su mirada
inocente como de quinceañera
enamorada de su inocencia,
y esa sonrisa sempiterna
como un árbol cuya primavera
no conoce muerte en las raíces,
y sus cosas estancadas
en los muelles de madera
de algún cajón que acarrea
melancolía como agua el río.
Ella ya no vuelve a cosa.
Vuelve su llanto callado
como la roca que aguanta
la borrachera de corrientes marinas
que se deslizan en su piel
de sedimentos y erosión.
Y vuelve, tal vez, algún recuerdo
a su memoria.
Pero ella ya no vuelve.
El mediodía pasa volando
demasiado rápido para ella,
y sus calendarios anclados
en la nostalgia.
Ella ya no vuelve a casa,
aunque me mire cansado
su cuerpo de ángel
degollado por la desmemoria.
Ella ya no vuelve a casa.
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