TODA LA LUZ
Era de noche. Por mis balcones
no parecía entrar ya demasiada luz.
Apenas unas farolas titilaban
como los últimos latidos
del cansancio en mi cuerpo.
Sin embargo, cerré un momento
los ojos ante aquel ocaso,
desnudé la conciencia sin más,
y descendieron de repente
miles de estrellas hasta mi vera.
Era de noche, pero el Universo
me había incendiado de cosmos.
Con toda la luz del mundo.
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