EL MAR QUEDA MUY LEJOS
En una ciudad en cuyo aire
no cabe más música
que el ruido cotidiano
de coches, prisas y carreras
hacia ninguna parte concreta.
Me pregunto qué estoy haciendo.
Y si no estoy haciendo el viaje
opuesto al que me pide el alma.
Me siento a mucha distancia
de mi monólogo de corazón,
y es como si ahora
veinte mil olas
gritaran que debo
aprovechar la corriente y navegar,
mientras tenga fuerzas.
El mar queda muy lejos
cuando se nada a contracorriente
de uno mismo.
Y me toca salir, tal vez,
al océano a navegar
hacia el lugar de donde soy.
Hacia donde canta mi alma.
Porque el mar queda muy lejos,
cuando se nada a contracorriente
de uno mismo.
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