HACIA EL CENTRO
A veces, siento demasiadas curvas.
En un momento estoy a la izquierda
de la tristeza, y de repente
giro hacia la derecha
de la más pura alegría.
Y no sé cómo, entonces,
pasa de llover el mar
sobre mis mejillas a amanecer
mejor que nunca en mis pupilas.
Y es cómo si se me inundara
la mirada de fueguitos
para retornar en un instante
al glaciar de la melancolía.
A veces, siento muchas curvas.
Tantas como hay en mi mente.
Y supongo que es cuestión siempre
de que, cuando ya no se siente nada,
ni a la izquierda ni a la derecha,
se vuelva al centro.
Y, tal vez, a todo.
Hacia el centro.
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