NUNCA TE FUISTE
Nunca te fuiste.
Llegaste demasiado deprisa
al otoño de tu vida.
Pero siempre fuiste primavera,
aunque arreciase muy temprano
una ventisca de olvido
en tu memoria.
Se hizo invierno tu recuerdo,
pero ahí seguiste.
Solo volaste hacia el cielo
al que siempre perteneció
tu mirada, límpida y serena,
como el mar cuando azotaba
dulcemente la calma
en las costas de tu encanto.
Aunque llegaste demasiado deprisa
al otoño de tu vida,
nunca te fuiste, mamá.
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