NO CORRAS DEMASIADO
No corras demasiado.
No quiero que el tiempo
marque demasiado temprano
las doce de la última noche
en toda tu silueta
y lo que eres.
No corras demasiado.
No hay ninguna prisa
para que nos amemos esta tarde,
y los ocasos que sigan
sangrando después dulcemente.
Los besos nos esperan
a la puerta de los labios,
y crecen por momentos el viento,
los sueños, el aire, las alas,
y la eternidad en la caricia
mientras nos damos la desnudez.
Pero hagámoslo sin agobio.
No quiero que se nos gasten
los dedos como los pasos
en el asfalto de la calle
o la lluvia en tierra estéril.
Solo nubla el cielo
el leve humo de una chimenea.
Todo lo demás es un infarto
tierno de belleza, no te preocupes.
No hay prisa para que empecemos
la eternidad amándonos.
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