NO ESTOY CERCA
Tengo a alguien que me mira
al otro lado del espejo.
Pero no estoy cerca de nada.
No estoy cerca de verlo,
y menos de observarlo.
Estoy lejos de casi todo,
aunque a unos metros ahora
me espera la puerta de mi casa,
remanso de paz entre la molicie
y el barullo sin Olimpos
ni sueños, ni trinos, de la ciudad.
Esta isla de sensaciones
sin orilla en algún beso,
a veces, parece agrandarse,
y mi alma se torna trapecista
y funambulista de cuerdas finas
en las que pende la tristeza,
el anhelo o la melancolía de querer.
Tengo a alguien que me mira
al otro lado del espejo.
Y mientras escribo lo busco,
pero es más rápido
que las palabras,
y se me esfuma como arena
entre estos finos dedos míos.
Y siento que la soledad
también hoy está sola,
aunque no importe mucho.
A ella le basta siempre
con ser señora sola de su casa.
No estoy cerca de nada,
tal vez, y perdónenme la molestia
de hablar tanto de nada también.
Me encuentro hoy
algo lejos de mí mismo,
mientras alguien extraño
me está mirando
al otro lado del espejo.
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