MÚSICA PARA EL ALMA

lunes, 22 de agosto de 2016

LAS PALABRAS NO QUEMAN



LAS PALABRAS NO QUEMAN

               No me pregunten por qué, pero siempre he tenido miedo de que mis palabras quemen hasta hace bien poco. Se me había dicho desde mi más tierna infancia que había que callar ciertas cosas, ciertas emociones porque no beneficiaba a nadie compartirlas, y podía causar desazón en la gente del entorno. También podían llevarme bajo las alas de la inocencia a lugares recónditos como los sueños, algo peligroso y poco práctico según parece. Si a eso añadíamos que las palabras, a veces, desbocadas y salvajes corrían silentes como ríos de tristeza por las mejillas, apaga y vámonos. Había que silenciarlas como fuera, pues podían incendiar de rabia y flaqueza al hombre en ciernes que era entonces. Debo confesar que, en este mismo instante, siento una hermosa pena por quienes procuraron encauzarme por esa senda. Mis palabras se encienden cada día más. Mi verbo poblado de querencia no deja de susurrarme nuevas avenidas de luz. Y aquellos pájaros en la cabeza de entonces no solo no han dejado de batir sus alas de ensueño, sino que viajan con un destino definido por el verso y la belleza: la poesía. Solo espero que me siga quemando dulcemente su inspiración mucho más tiempo, aunque a otros les abrase el alma quizás la envidia.

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