FANTASÍAS PASAJERAS
Las piedras lloraban de emoción,
mientras se doblaba la lluvia
como una hoja seca en otoño
a merced de una leve brisa,
en aquel maravilloso día
en que pensaba que te quería,
y me querías solo, a solas.
En aquel instante también
en la tierra tiernamente se desangraban
pétalos de ausencia, metáfora
y despedida, y un de un sueño
emergía la utopía de tocarte
desde las manos sutiles del aire.
Todo eran fantasías pasajeras,
pero debo reconocer que me encantaba
entonces jugar a quererte,
aunque no siempre estuvieras
en la segunda parte de la partida.
Y sigue gustándome que las piedras
lloren, mientras la lluvia
se dobla como un cartón
en las sábanas de calle
y asfalto tristes de un mendigo.
La diferencia es que yo ando
vagando detrás de recuerdo,
porque mientras juego a recordarte,
no te olvido.
Y llegas siempre como la fantasía
pasajera más maravillosa de este cuento
de vivir, que se escribe
infinitamente, desde lo que fuimos.
¿Te acuerdas de cómo soñábamos
entonces?
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