SUPISTE DE LA BELLEZA
Supiste de la belleza
mejor que nadie,
tras tus metáfora inocente.
Las ranas contigo hablaban,
y quizás la guerra no sabía
tan agridulce cuando tus palabras
edulcoraban grácilmente
el ambiente con armonías
de otra dimensión de ternura.
Parecían tus cuentos para niños,
pero puedo confesar que yo sigo
revoloteando entre sus líneas
como en aquellos columpios
mis utopías ya más maduras,
con la mirada más envejecida
que antes,
durante aquellos casi eternos
cinco años de infante.
Supiste de la belleza,
y el mar de la poesía,
más allá de lo infantil,
desde tu mundo sin aritméticas
falsas o capitales baldíos.
Supiste de la belleza,
mejor que nadie Gloria.
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