SABEMOS QUE NO EXISTEN
Sabemos que no existen
los milagros venidos del cielo.
Y sin embargo, junto con el corazón
hay un alma que nos late
fuertemente desde la conciencia
pura y tierna de estar vivo.
Y es como la lluvia cuya agua
se escribe dulce en las aceras
de la urbe cuando humedece
de verde las praderas del mundo,
y la metáfora de la belleza
que acompaña la poesía
de vivir, mientras fluyen
las letras como ráfagas
de música en las palabras
inquietas del silencio.
Sabemos que no existen, quizás,
los milagros ni la lotería
fácil, ni tantas otras cosas.
Pero estamos vivos,
y existimos.
Todo lo demás importa poco,
aunque sepamos que no existen
los milagros infinitos
venidos del cielo.
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