QUIZÁS TENGAS QUE IRTE
Nada es eterno. Todo se marcha
como la lluvia que salta
efímera de farola en farola,
mientras la luz ensalza
la magnitud de la tormenta.
Y tú quizás tengas que irte,
así como se van las hojas
de los árboles en otoño,
y se marchan los besos
de antaño a los labios
de la nostalgia y el olvido.
Quizás tengas que irte.
No sé cuándo,
pero tendrás que hacerlo,
aunque no deje de recordarte.
Quizás tengas que irte,
después de todo.
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