NO SE ESPERABA TANTO
No se esperaba tanto, quizás.
No se esperaba tanto
de un paseo dominical.
Sin embargo, ayer el mar
volvió a deslizarse por las pupilas
como un bebé que se mece
en los primeros acordes cotidianos
de un sonajero.
Fue distinto, como el Sol
que quiso salir a acompañarnos
después de que el cielo llorara
ese poco que le hace falta a la hierba
para que vuelva la primavera.
Vivimos la tierra.
Vivimos unas horas
el planeta con el corazón.
Definitivamente, supongo que nunca
se espera gran cosa de lo simple.
Pero en viaje sencillo ayer
salimos del mundo hacia la poesía
de pasear sin más por la vida.
Aunque no se esperara tanto.
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