HASTA LA LLUVIA LLORA
Hoy mi libertad está de luto,
porque quieren encerrarla
en una jaula de seguridad:
todo sea por tu salud,
eso dicen.
Salgo a la calle y se presienten
ocasos fraternales antes de despuntar
el ocaso en lontananza,
y a veces siento pesada
la carga de mi conciencia despierta.
¿Por qué ningún ave parece ya
anhelar la longitud de su vuelo?
¿Por qué ya nadie echa de menos
el tamaño de sus sueños?
Los delirios se han apagado
en un incendio de pánico
que ha sofocado todo conato
anterior de rebeldía o utopía.
Y ahora parece, en esta tarde
monótono y melancólica,
que hasta la lluvia llora.
Y con ella mis ganas
se van muriendo.
Y hasta la lluvia llora.
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