SIN SEGUNDA FUNCIÓN
Ahora, en lontananza, suena
la canción natural de los grillos
al posarse la tarde como una gaviota
naranja de tiempo en el horizonte,
en el mar inmenso del tiempo
que se persigue día tras día.
Y resulta maravilloso disfrutarlo,
con la armonía del corazón
batiendo fuerte las alas de alma.
Aún más sabiendo que no habrá
segunda función del concierto:
la vida solo canta una vez,
y no hay que aguarda al término
del concierto para disfrutarla.
Mientras me dure el cuerpo,
y no se quiebren mis alas,
ávidas de músicas mundanas,
vitales y sinceras,
escucharé este concierto de la vida,
sin segunda función.
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