SIN CORRER
No corramos. No hay prisa.
Sé que nuestro amor crece
al ritmo de las flores en primavera
y al compás de los besos lentos
en cada abrazo paulatino
de la madrugada en la tibieza
sutil de tus manos curtidas.
No corramos. No hace falta.
Nuestro amor es una suerte
de ternura y arrumacos que se cuece
a fuego lento en un calor de susurros,
conversaciones de amapola
y vientos de suspiros.
Lo empuja suavemente nuestro silencio,
cuando solo gritan nuestras miradas
y habla nuestro tacto de querernos,
a veces solo rozándonos el corazón.
Y lo más importante.
No tiene prisa, así que amémonos
sin correr.
Nos queda toda la vida
para acariciarnos el alma.
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