El paseo no tan triunfal de Ángel Víctor
Esta mañana amanecía la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con una ligera llovizna y el característico petricor que suele dejar a su paso cuando remoja de naturaleza las aceras. Hoy, día en que se celebraban las Jornadas de Derecho e Investigación —que se prolongarán hasta el día de mañana con diferentes ponencias y mesas de debate—, parecía que el cielo auguraba a tientas lo que estaba por pasar en dichas Jornadas en cuanto el ínclito presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, atravesara las puertas de acceso del lujoso Hotel Santa Catalina (recinto escogido para el evento) para dar su discurso con otras tres personalidades del ámbito del derecho y la atención sanitaria, entre las que hubo que contar la inestimable presencia del consejero de Sanidad, Blas Trujillo.
Y lo cierto es que no resultaron nada triunfales ni el paseo ni el baño de multitudes que quiso darse este señor de buen porte y corazón ennegrecido. Muy al contrario, tal y como le ocurrió a su compañera Darias en el barrio de la Isleta, la plataforma ciudadana de Canarias Despierta y Unida (CDyU) y, más en concreto su cabeza visible y abogada Cristina Armas, volvieron a aguarle la fiesta junto con otro puñado de compañeros. Nada más llegar, fue abordado por la letrada, quien consiguió entregarle el tríptico y el nuevo pin de dicha plataforma ciudadana, no sin antes aprovechar el momento para asaetearlo con una serie de preguntas cuya rotundidad hicieron que su rostro se tornara una suerte de compunción y asombro. Queda claro que la inesperada visita del colectivo le pilló con el pie totalmente cambiado.
Después de este momento, y en compañía de las tres personalidades antes mencionadas, se dio paso a las pequeñas charlas de introducción de cada una de estas tres personalidades hasta que le llegó el turno a nuestro ínclito presidente, quien, en un alarde de cinismo e hipocresía, demostró su dechado de virtudes satánicas realizando una serie de afirmaciones con las que solo pretendía blanquear la macabra gestión del gobierno al frente de la plandemia de COVID-19. Cabe reseñar que su cara delataba un cierto nerviosismo que, tal vez, pudiera deberse al imprevisto arranque de ceremonias con que fue recibido, aunque lo mejor estaba todavía por llegar. No iba a ganar para sustos nuestro excelentísimo (por decir algo) mandatario regional.
Tras veinte minutos de charlas de introducción y discurso del presimiente canario, este se dirigió a uno de los patios traseros del primer piso del Hotel Santa Catalina, donde la abogada Cristina Armas trató de abordarlo de nuevo y preguntarle, entre otras cosas, cuándo iba a pedir perdón a los no inoculados con el veneno del medicamento experimental por las declaraciones que hizo hace dos años, en que tachaba a estos ciudadanos de “irresponsables”, lo cual supondría un claro delito de odio si no viviésemos en una distopía orwelliana de carácter totalitario. Y poco más se puede relatar. Ya los componentes que había allí de la plataforma ciudadana no pudieron hacer mucho más, dado que la seguridad del complejo se apresuró en llamar a la Policía Nacional para que procediera a “poner orden” y pedir los carnés de identidad a los compañeros involucrados. Poco importa, porque podemos tener la certeza absoluta de que el paseo que se dio Ángel Víctor Torres por el hotel Santa Catalina fue de todo menos triunfal. Gracias nuevamente por dar voz a quienes no se atreven o no pueden hacerlo, CDyU.