¿“CRASH” O DEMOLICIÓN CONTROLADA?
El mes de marzo arrancaba con una terrible noticia para el sector financiero: el Silicon Valley Bank (en lo sucesivo, “SVB”) declaraba la bancarrota y, dos días después, el Gobierno estadounidense se veía obligado a intervenir. La Comisión de Garantía de Depósitos del gigante norteamericano (FDIC, por sus siglas en inglés) se apresuraba en decir que todos los depósitos quedaban garantizados hasta una cuantía que asciende a los 250.000 dólares estadounidenses, aunque se les olvidó mencionar que la mayoría de titulares de depósitos de ese banco solo en particular tienen importes mucho mayores en las cuentas de la ya desaparecida entidad. Hablamos de un banco que albergaba a empresas emergentes del segmento tecnológico e incluso filiales de Facebook o Google. La pregunta es: ¿qué sucederá con ellas?
A esto se le debe sumar que el efecto contagio no se ha hecho esperar y ya ha traspasado las fronteras del Viejo Continente. En recientes fechas conocíamos la noticia de que Credit Suisse, una de las entidades financieras de importancia sistémica en Suiza, tenía que ser rescatada por el Gobierno helvético, si bien cabe reseñar que los detalles de la operación distan mucho de cuanto se relata en los medios de propaganda, dado que el rescate se ha delegado en otro inversor institucional de gran calado, UBS, en una suerte de fusión forzada por la cual el Estado se compromete a asumir la liquidez del banco por un valor de 100.000 millones de francos suizos y unas pérdidas de hasta 9.000 millones (Europa Press, 2023). Resultado: UBS se queda con Credit Suisse por la nada desdeñable cifra de 3.000 millones de francos suizos con el respaldo de la Administración. Toda una ganga que pagarán los de siempre, aunque nadie se lo diga: los contribuyentes. Asimismo, huele a que, tal vez, asistamos a cada vez más fusiones de este estilo por las cuales solo acabarán por quedar muy pocas entidades supeditadas a los designios de un gran banco omnipotente como el Banco de Pagos Internacional (BIS, por sus siglas en inglés) con sede en Suiza y propiedad de la oligarquía financiera.
Poco después, parece como si ya se hubiese abierto la Caja de Pandora, dado que el 24 de marzo el Deutsche Bank se desplomaba un 14% en bolsa en cuestión de unas pocas horas por las dudas de la comunidad inversora respecto de las cuentas de la entidad y de su capacidad para afrontar futuras crisis, pues no se debe olvidar que hace unos años ya sufrió un periodo de notables turbulencias que persiste en la memoria de muchos. El gran problema radica en que una bancarrota del Deutsche Bank podría derivar en una quiebra colosal del sistema financiero europeo en su conjunto, pues hablamos de una de las cinco mayores entidades del continente, de ahí que muchos bancos centrales como el Banco de España, no tardaran en anunciar que el Fondo de Garantía de Depósitos asegurará los depósitos de hasta 100.000 euros en un denodado esfuerzo por evitar la fuga masiva de depósitos y capitales de los bancos del país.
Ahora bien, cabe preguntarse lo siguiente después de todo lo acontecido en estas últimas fechas: ¿es el sistema financiero tan estable como pretenden hacernos creer? ¿No nos recuerda esto a la gran crisis financiera de 2007 que se desencadenó a partir de la bancarrota de Lehman Brothers (entidad de la que salió pitando curiosamente De Guindos en 2006 cuando ejercía un cargo ejecutivo en España)? A todo esto se debe añadir que, desde que en 1971 se abandonó el patrón oro de Bretton Woods, el dinero que circula en todo el planeta no se basa más que en apuntes contables cuya validez no va más allá de un papel o unas monedas que, por consenso tácito, decimos que tienen un determinado valor. No hay nada más allá de eso, aunque nos parezca sorprendente. Y ahí nos puede surgir la siguiente pregunta, dado que, según esa premisa, bastaría con que todos se pusieran de acuerdo para que esos apuntes contables volviesen a reflejar un signo positivo en vez de negativo o, al menos, esos podrían pensar muchos. ¿Cierto? Pues se ve que la cosa no es tan fácil.
Sin embargo, llegados a este punto, hay que plantearse lo siguiente si se quiere ahondar un poco más en esta esta supuesta hecatombe financiera que se nos avecina:
1) ¿Acaso no eran conscientes los bancos centrales de que la inyección masiva de liquidez que llevaron a cabo durante más de una década mediante programas de compras masivas de activos y tipos de interés hiperreducidos (conocida como “expansión cuantitativa”) se traduciría a medio plazo en el desboque descomunal de la inflación?
2) En una coyuntura en la que acabamos de salir de una plandemia y muchas pymes y autónomos, así como hogares de renta baja y media, podrían necesitar de alivio adicional en forma de créditos asequibles, ¿por qué se emprende un endurecimiento brutal de unos tipos oficiales que ya alcanzan el 3,5% en el caso del BCE y que están desembocando en unas fluctuaciones sin control del EURIBOR, el índice de referencia de la mayor parte de hipotecas variables que paga el pópulo, con las ingentes subidas que trae consigo? ¿Acaso buscan terminar de asfixiar a una clase trabajadora ya de por sí más que vilipendiada?
3) Dicho todo lo anterior, ¿no resulta muy casual que todo esto converja con la guerra de Ucrania, una inflación desbocada de dudosa procedencia (muchos supermercados maquillaron la escasez en el lado de la oferta ocultando productos en sus almacenes para hacer que se disparara la demanda en los primeros compases de la invasión rusa, como fue en el caso del aceite de girasol) y la futura adopción de las monedas digitales controladas por los bancos centrales (CBDC)?
Después de todo lo ocurrido, y aunque no se sea un erudito en economía, hay que poner en entredicho todo lo que provenga de la propaganda oficial y esta debacle financiera será, a buen seguro, otra parte del plan al que la oligarquía financiera llamada Agenda 2030. ¿Les suena? ¿Estamos quizás ante un “crash” en toda su extensión o una demolición más que controlada con la que pretenden acelerar su dictadura globalista totalitaria? Habrá que esperar, tal vez, a los acontecimientos de los próximos seis a doce meses, pero sin duda la balanza parece decantarse más bien por la demolición controlada que se traduciría en la adopción de las monedas digitales como panacea ante futuros colapsos. Ya se sabe: “problema, reacción, solución”.
Europa Press. (2023). Europa Press Internacional. Obtenido de https://www.europapress.es/internacional/noticia-gobierno-suizo-anuncia-compra-credit- suisse-ubs-20230319195337.html
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