EL SILENCIO TRAS LA TEMPESTAD
Ahora, tal vez, llueve a cántaros,
y no para inundar de primavera
el mundo que pisas.
Y todo parece hacer ruido.
Y resulta difícil,
entre tantas interferencias,
hallar algún acorde cotidiano
que cante contigo la música
indescriptible del corazón.
Pero descuida: ninguna tormenta
arrecia eternamente,
y todo temporal amaina
cuando el huracán se agota.
Tan solo escucha el embate dulce
del mar que emana
de tus lágrimas cuando llores.
Y en el silencio tuyo,
tras la tempestad,
mírate hacia dentro
y adéntrate en tu alma.
Tal vez, entonces, llueva
para que te inundes de alegría.
En el silencio, tras la tempestad.