AQUELLOS OJOS
No volveré a mirarte ya
con aquellos ojos de entonces.
Y sin embargo, seguirán emergiendo
manzanas de esa mirada
ahora tiernamente terrible
sin la cual no sirve que amanezca:
es de noche siempre
que no puedo mirarte.
Y habré de ponerme sombrero
a lo mejor, ante el sol:
me quemará mucho el medio
sin el brillo de tus pupilas.
No volveré a mirarte.
Es cierto. Con aquellos ojos
de entonces, porque los de ahora
han crecido, y columpiarse
en la nostalgia ya no es tan fácil
como ver pasar aviones
y tumbarse en los sueños
con tarjeta de embarque al paraíso.
No volveré a mirarte así,
eterna, y sin embargo
seguiré en tus ojos.