MÚSICA PARA EL ALMA

jueves, 7 de enero de 2021

REFLEXIONES DESDE UN RECÓNDITO LUGAR DE ALICANTE 1






REFLEXIONES DESDE UN RECÓNDITO LUGAR DE ALICANTE 1

 

Amanece un día lóbrego y gris, como la realidad que nos rodea, en algún lugar recóndito de Alicante.

Y resulta descorazonador y patético constatar con creciente evidencia la lobotomización que acusa una población aborregada y sumisa cuyo pensamiento crítico parece haber quedado en el fondo de un abismo de desconocimiento que, a buen seguro, persistirá, porque investigar e ir más allá se revela una tarea demasiado ardua. Porque ya nadie parece acordarse de cómo nos relacionábamos y cómo pensábamos hace tan solo diez meses. Resulta también terrible darse cuenta, con la mirada de una conciencia despierta pese al potente somnífero inyectado por los medios papagayos de la propaganda oficial, cómo la mayoría parece dormir placenteramente en un letargo intelectual de monsergas prefabricadas y máximas colectivas que reducen a la nula expresión lo que vendría a ser el individuo como ser completo. Todo sea por nuestro bien, claro está. Y resulta deleznable que falsos eruditos y expertos se erijan en adalides de la conducta social y lleguen a afirmar que la capacidad crítica y de cuestionamiento constituye un "transtorno". Parece que muchos ya creen a pies juntillas lo que les dicen estos personajes, mientras se sienten cómodos vibrando en el miedo y con su bozal siempre preparado en ristre, no vaya a ser que un bichito los mate, cuando no la estulticia más supina. Quizás se han acostumbrado tanto a que les mastiquen el bistec que, en cuanto les toca masticarlo por sí mismos y sale un poco más duro de lo que creían, lo mejor es apartarlo y seguir con la parte más blanda del menú.

Dicen que la luz viaja a unos 300.000 kilómetros por segundo, aunque la luz de la verdad es un poco más lenta.

Por desgracia, nos estamos adentrando en una era de oscuridad, en un túnel de pánico sin salida en el que plantearse preguntas o no tragar con el discurso oficial es sinónimo de locura o negacionismo. Y, a todas estas me pregunto: ¿no serán negacionistas los que no quieren ver lo que está sucediendo por la supuesta y vehemente irrupción de un enemigo invisible que ha venido para quedarse? No se trata de tener la verdad en la mano, porque nadie la tiene, pero sí al menos de salir a buscarla. En este aspecto, huelga decir que estamos rodeados de perrodistas mercenarios a sueldo que ya pagarán a su debido tiempo.

Supongo que nos tocará a los negacionistas despiertos como yo seguir buscando posibles salidas a este laberinto con muy pocos compañeros de periplo, aunque una cosa les puedo decir: seguiré buscando. Seguiré andando este camino de amor, de abrazos, de dudas, de alegrías y de miedos que es la vida, aunque una OMS más que corrupta se empeñe en decirme que debo guardar la distancia de seguridad (no sabía yo que era un coche) o que no me puedo reunir con mi familia o amigos mientras el propio ministro de Sanidad no se pone la mascarilla y acude a una cena con nada menos que 150 personas, lo que supone superar en 25 veces el límite de seis que pretenden imponer.

    No me van a parar en esa búsqueda ni los toques de queda ni las medidas absurdas que adoptan desde gobiernos ineptos que, o bien son tontos muy útiles, o bien están sacando un gran provecho de la crisis sanitaria para someternos. Al menos, sé que cuando llegue esa titilante luz de la verdad, no me deslumbrará. Puede que quienes hayan decidido seguir transitando por el túnel del miedo no corran esa misma suerte, mientras aceptan que otro vele por ellos y responda sus propias preguntas o aguardan que un profeta les resuelva la vida.

 


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