EN ESTE VALS NUNCA FUIMOS DOS
Una ola de caricias sin orilla
de cariño en la que romper.
Una mano, vaga, sin rumbo
en el tacto de una mariposa
alígera e ingrávida de emoción.
Un viento sin cielo ni aire.
Un pájaro sin nido en que descansar
sus alas al llegar la tormenta,
para cuando escampe
y haya más firmamento para volar.
En este vals nunca fuimos dos.
Nunca quisimos atarnos al alma,
y el corazón no llegó a rozarnos
más que la superficie de la piel.
Los latidos eran melodías distantes
de alguna armonía nostálgica.
Nunca más adentro de algún arrumaco
puntual no más profundo
que un charco de cariño.
En este vals nunca fuimos dos,
aunque yo siempre quise
que quisiéramos al compás
de un pentagrama de afecto,
en la nota perfecta del amor.
En este vals siempre estuvimos
lejos uno del otro.
Dos, pero uno a un lado
y el otro al otro de ese baile
de locos que llaman amor.
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