PERDERME DEL MUNDO
Alguna vez me quise perder del mundo.
Entonces la poesía llegó
como un dulce vendaval de flores
a la primavera agostada de mis días.
Y se hizo la belleza
tras el telón de una ciudad
donde parecía que los sueños
se habían tomado un eterno descanso.
Un primer verso, una primera salida del mundo
hacia lo sencillamente misterioso
que encierra una metáfora.
En el silencio empezó a haber música.
Y en mis alas de fe
soplaban ya los fuertes vientos
de mi alma henchida de gozo.
Hace veinte años quise salirme del mundo
sin despegar los pies de la tierra.
Y llegó entonces la poesía.
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