MÚSICA PARA EL ALMA

martes, 19 de julio de 2022

SE BUSCA




SE BUSCA


    Hace algunos años conocí en mi pensamiento a una fémina espléndida, de rasgos algo inciertos, que se paseaba por los intrincados vericuetos de mi mente con faldas hermosas de contrastes y un andar no siempre firme, pero sólido en su rectitud. Recuerdo que le gustaba también beber de todas las fuentes posibles de sabiduría, como si le llovieran en su piel ríos transparentes de tinta. Me decía, me susurraba en mi oído interno, que aquello la rejuvenecía y le hacía lucir un cutis casi perfecto: "La perfección no existe, aunque hay que buscarla porque es como el horizonte: cuanto más te acercas, más lejano parece, pero ayuda a seguir caminando, que es de lo que se trata". En este caso, por la madurez que va brindando deambular a pluma desnuda por los párrafos no siempre bonitos de la vida.

    Como lo hacía ella también por las letras de cada uno de mis artículos, poemas, entrevistas y reportajes en aquellos tiempos en los que soñar era gratis y la objetividad de los espejos respecto de mis formas aún juveniles no mentía, aunque a ella dicha objetividad no siempre le resultara factible cuando de su silueta difusa se trataba. Era sin duda esta una mujer compleja y multiforme, con varias versiones de sí misma que podían conjugarse en una sola y seguir siendo genuina. Me encantaba, por aquellos tiempos de fantasía periodística, salirla a buscar un rato (ella siempre escurridiza y juguetona) en mis reportajes de investigación o mis artículos de opinión, no siempre acertada aunque veraz en sus afirmaciones y humana en su trasfondo. Cuando llegaba a alcanzarla o se producía un conato de dicho alcance de proporciones irrisorias, se mostraba abierta a que le contara mis historias y ponía su magnífico oído de claridad para, cuando la ocasión lo requiriera, rectificara si no había descrito con exactitud el laberinto en que podría tornarse su desciframiento.

    Ya les digo que era complicada y multiforme esta mujer que surcaba mi pensamiento hace unos doce años, cuando aún soñaba con llegar a conquistarla como el marinero que ansía descubrir nuevas tierras en las que asentar una futura comunidad. Y les debo ser sincero cuando afirmo que creía que había mucho más marineros en este periplo, si bien hace dos años y medio que la gran mayoría parece haber abandonado esta extenuante pero gratificante empresa de buscar a esta esquiva mujer. Llevo ya dos años y medio en que, por más que trato de hallarla allende mi insignificante opinión, no la encuentro. Solo me queda preguntarle si las cacunas han podido modificarla genéticamente (cosa que dudo y verán por qué) o los sobornos de la élite comemierda de cantares de sirena han granjeado su exigente atención y han arrimado su barco a las costas de la indecencia. Me pregunto si alguno de los que dice contar con licencia para seguir saliendo a buscarla quisiera acompañarme en este eterno periplo mío de tratar de encontrarla, tanto en lo interior como en lo exterior. Y me digo si algún día volveré a contemplarla como entonces, cuando se paseaba por mi mente como aquella fémina de rasgos inciertos pero siempre recta en su no siempre firme andar.

    Solo me queda gritarte, desde este ínfimo recoveco de palabras: ¿dónde estás, Sra. Verdad?

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