CORTO SILENCIO
Nada. Ninguna palabra.
Pero se dice todo,
en un corto silencio.
Un verso.
Un corto silencio
para el mundo.
Toda la poesía
para mi alma,
en un corto silencio.
No existe más belleza que atrapar los sonidos del mundo en unas palabras y ahondar en sus misterios por medio de las palabras de un poema.
CORTO SILENCIO
Nada. Ninguna palabra.
Pero se dice todo,
en un corto silencio.
Un verso.
Un corto silencio
para el mundo.
Toda la poesía
para mi alma,
en un corto silencio.
DESGANA
Ahora todo parece cansado.
Hasta el viento no tiene ganas
de soplar esta triste mañana.
Y mi alma no quiere
cantar su fragoroso silencio.
Mi corazón tampoco acompaña
en sus latidos la música
poética de mi camino.
Y me siento exhausto,
como una hoja de otoño
cuya primavera agostada
ya no aguanta en la copa
de un árbol mustio.
Ahora todo parece cansado.
Todo es pura desgana.
Y sin embargo, mis letras
no se fatigan.
Hasta en la desgana,
grita rebelde al cansancio
mi poesía.
COMO SIEMPRE, COMO NUNCA
Como siempre, llegas contigo,
pero lejos de ti.
Como nunca, te amo
pero no llego a quererte.
Como siempre,
eres poesía y nostalgia.
Como de costumbre,
un beso al viento.
Como nunca, te amo.
MALDITA CEGUERA VISIBLE
Ahora me viene
a la memoria aquel famoso libro de Saramago, titulado Ensayo sobre la
ceguera, en que el autor portugués hablaba de cierta subrepticia ceguera que
no se manifestaba en lo físico, sino en una especie de sibilino manto lechoso
que iba encegueciendo a quien se contagiaba de una dolencia desconocida. Tal
vez, un letargo de conciencia. Todo ello
sucede mientras observo a mi alrededor y solo veo gente cabizbaja. Gente
triste, incapaz de alzar la mirada del suelo. Gente que ve muchas cosas en sus
pantallas, pero no es capaz de sostener la mirada en otra mirada sincera
durante más de dos segundos. Ya decía alguien que una cosa es ver y otra cosa,
que transciende la capacidad de visión de nuestros ojos, es mirar. Porque el
hecho de mirar implica detenerse. Implica calmarse un poco, detener tal vez la
mente, y observar lo que acontece alrededor para que el alma se impregne de la
esencia de ser natural y humano, más allá del mundanal ruido cotidiano y los
imperceptibles rayos de sombra y angustia que azotan una felicidad que nunca
parece llegar. Y eso es casi una utopía en un mundo en el que todo son prisas
por llegar a ninguna parte y poco tiempo para parar un momento y mirar. El mar,
las olas, la naturaleza. Lo que sea que se pueda mirar en calma.
Todos
ven. Las pantallas de sus móviles; la guagua que llega a toda prisa a la
parada; los escaparates de moda; las estanterías de los supermercados en que
endulzar el tacto y el gusto; las redes sociales para no parar de recibir ese
chute de dopamina instantánea que todo el mundo quiere. Pero pocos miran. Ahora
cae la tarde, y así como se oculta el sol, se esconden tras una máscara de
cansancio las miradas tristes. Los rostros de resignación de una multitud de
viandantes con el único rumbo conocido: trabajo, casa, casa trabajo. Todos ven,
pero pocos miran. Y ahora solo puedo preguntarme si soy el único de que se
percata de que, imperceptiblemente, ese manto lechoso está encegueciendo las
miradas ajenas y la mía propia, por mucho que trate de ir un poco más allá
siempre. ¿Será que este mundo, tal vez, adolece de ceguera visible? ¿Será que
ya se ha dormido nuestra conciencia de ser y no nos queda mirada para dar, sino
una maldita ceguera visible?
BENDITO OLVIDO
Corría el mes de septiembre de
2009. Aquel día se levantaba tras el horizonte y amanecía como un
acontecimiento que cambiaría el rumbo de mi existencia: ennegrecido y lúgubre. Arrancaba con la característica "panza de burro" que se suele dar con frecuencia
ese mes del año en Las Palmas de Gran Canaria, aderezada con algo de llovizna. Y mi madre, por aquel entonces, llevaba algún tiempo padeciendo una profunda
depresión por la que se le había diluido esa maravillosa sonrisa angelical que
era capaz de encandilar la más oscura de las auras. Mi padre acababa de llegar
del neurólogo y era portador de terribles noticias: habían diagnosticado
alzhéimer a mi querida madre. Mi mundo no tardó en derrumbarse como un castillo
de naipes ante un simple chasquido de dedos. Aunque yo ya tenía otra teoría en
ese sentido, no pude evitar derramar algunas lágrimas. Mi madre definitivamente
se apagaba como la trémula luz de un quinqué, y era imposible saber con certeza
cuánto tiempo más seguiría brillando en ella esa mirada oceánica tan suya, tan
añil y tan dulce.
Se puede decir que la dolencia la
fue consumiendo más pronto de lo que se había pronosticado en un principio.
Empezó a posarse sin demora el níveo invierno en su piel cada día más pálida, y se podía constatar algo así como si un ampo blanco de
diciembre capilar quisiera robarle también ese cabello rubio tan lindo que
llevaba. Sin embargo, algo en toda aquella espiral de declive cognitivo
rezumaba maravilloso, como una rosa que se atreve a florecer en plena estepa.
Conforme iba perdiendo sus recuerdos y su conocimiento, se asomaba en ella otro
lado que, hasta entonces, no había percibido. Un mundo que, por lo que deduje
con el discurrir de los años, había ocultado, quizás, por servir a la familia
en su rol de madre y esposa abnegada. Irónicamente, la enfermedad había actuado
como un gran y dulce huracán de pasión capaz de derrumbar ese dique casi incorruptible de miedos
y veleidades por los que no había expresado todo lo que llevaba dentro. Y
también resulta paradójico que yo sintiera, entonces, una conexión con ella que
transcendía el verbo y la palabra. Una sensibilidad que ambos compartíamos y que,
a su manera, me confesaba cuando iba a visitarla en ese momento en que, pese a
tener ya plenamente deteriorada la parte cognitiva, miraba hacia el lado por el
que me aproximaba a su habitación. Sin palabras. Solo gestos
Hasta el día de hoy, no sé cómo
expresarlo, pero en esos últimos años de su vida, la enfermedad trajo consigo
una magia invisible. Una magia que no necesitaba de sombreros, ni conejos
ocultos ni trucos de ilusionismo. Una luz que ahora resplandecía como una
estrella en ese mundo que solo conocíamos mi madre y yo, al posarnos con cariño los ojos como aves de paso por una mirada. Un mundo
de sensibilidad y poesía mundana que entendí que había heredado de ella. La
única diferencia es que yo me negué a callarlo. En todo caso, ahora mismo, esta
pequeña reflexión tal vez sirva como forma de que el pasado reviva, hermoso y
rutilante, desde unos ojos que me siguen observando desde otra parte. Como un
recuerdo que no olvida, aunque, por desgracia o por fortuna, tuviese que azotarla la enfermedad de
la desmemoria para que yo descubriera la hermosa desnudez álmica de mi madre.
Bendito sea el olvido.
HOY
Hoy no es un día cualquiera. Hoy es hoy. Quiero decir con esto que hoy es
todo y todo es hoy. Hoy cantan los pájaros y escucho, mientras tanto, cómo
grita en silencio mi alma a la libertad que se posa sobre sus alas. A la
libertad que re-posa en sus sutiles aleteos. Hoy es todo. Hoy llegan
los latidos de mi corazón al pecho. Hoy camino y, en cada paso, descubro cosas
nuevas que se van escribiendo en la poesía de mi existencia, mientras las
ideas rezuman de mi cabeza como pequeñas olas en un mar de versos que anhelan
plasmarse en algún papel. Hoy es hoy. Hoy es todo y todo es hoy. Y solo pienso,
en este momento de todo, que mañana hoy será un recuerdo de todo lo que volverá a
ser hoy, que volverá a ser todo mientras el presente acapare todo mi instante,
maravilloso ahora en su sutil quietud en la que solo pasa tranquilamente el
tiempo.
Hoy, sin duda, no es un día
cualquiera. Hoy es todo, y todo es hoy.
NATURALMENTE HUMANO
Natural, como el agua
que corre con el río
sin que nadie le delimite
dirección ni límite,
solo el mar.
Y sin pensar demasiado tampoco
en qué sueño debo cabalgar
para salirme del mundo.
Natural, como el viento
que levanta las alas
de las aves y algún
que otro delirio despistado.
Natural, como cada latido
de un corazón que, a veces,
parece palpitar algo cansado
de tanta tristeza y hastío.
Natural. Solo quiero ahora mismo
ser natural.
Hablar a solas y charlar
con mi silencio
sobre lo que tenga que decirme
mi alma ensordecida
entre tanto bullicio mundanal.
Natural, conmigo.
Ahora solo quiero
ser naturalmente humano.
ESTOY CONMIGO
Ahora no tengo miedo.
Estoy conmigo.
Estoy en el mundo
sin salirme de lo que soy.
Habito en este momento
un ratito mi alma,
en mi silencio de acordes
diastólicos y sistólicos.
Y aunque en la ciudad
entorpezca la música
el bullicio cotidiano de las prisas,
yo ahora quiero detenerme.
Y mientras estoy conmigo,
sin premura, contemplarme
un rato hacia dentro.
Habitar mi alma un ratito,
sin miedo.
Conmigo, y con todo
el pequeño mundo que soy.
Estoy, sin miedo, conmigo.
TE VAS SINTIGO
Te vas sintigo.
De tu alma.
De tu centro.
Y el corazón no se te para.
Pero ya estás muerto,
y aún no lo sabes.
Porque te estás yendo,
si no escuchas tu silencio
por no perturbar música ajena.
Si por andar otros pasos
dejas de lado tu camino.
Cuando te olvides de ti
recuerda algo importante:
contigo llegas,
pero sintigo te vas.
LLEGA LA LUZ
Amanece. Llega la luz.
Aunque el sol hoy no se atreva
a salir demasiado en la borrasca.
No importa.
Me basta ahora con mirarte
para que llegue la luz.
LLEGAS
Llegas. Con la mirada
en algún rincón de mi melancolía.
Y en mi alma empiezan
a correr ríos de tinta,
como versos a merced
de la corriente de tus besos.
Inefable, llegas aun sin venir
a mi casa.
Habitas siempre mi recuerdo.
Y así es como llegas,
como silencio y ausencia.
Llegas, aunque no llegas.
Con la mirada,
desde algún rincón de mi melancolía.
TODAS LAS LUCES SE APAGARÁN
Llegará el final de los días.
Se me cerrarán los ojos,
con los párpados cual yunques
pesados sobre mi mirada.
Y no volveré a abrirlos.
Se apagarán todas las luces,
y la ciudad se quedará a oscuras.
Tal vez, un recuerdo me encienda
en la llama de alguna nostalgia.
Pero de algo estoy seguro.
Cuando todas las luces se apaguen,
se me iluminará el alma.
Y el corazón dejará de latir
para que en el mundo mi alma
empieza a resonar sin más
Cuando se apaguen todas las luces.
LEJANÍA
Te echo de menos.
A lo lejos, retumba
tu silencio, y no acarrea
la música que me gustaría.
Quiero que me hables,
y que en un abrazo se escriba
la historia de una poesía
más allá de la ausencia.
Pero ahora solo palpitas
en la nostalgia, como un alma
a la deriva de mis versos.
En lontananza, vienes
a mi vera,
y solo me queda
impregnarme de tu aroma
de besos distantes
y caricias que solo tienden
puentes a la aflicción
para que suene la misma música
atolondrada de mi melancolía.
En la lejanía
de quererte cerca,
te sigo echando de menos.
ESCRIBIR NUESTRO INSTANTE
Hoy quiero escribir un instante,
un momento cuyos segundos
desconozcan el vaivén circular
de los relojes.
Un minuto que se desligue
del tiempo.
Un verso que no sepa
de métricas baldías.
Una metáfora que no se invente.
Una poesía que escape
dulcemente de la estrofa
y se clave en la carne.
Quiero escribir un instante
que no desgaste mis lápices
de fantasía y ausencia.
Déjame pues que te toque
y que el mar se derrame
en tu nombre con mis abrazos.
Hoy quiero escribir un instante
sin tiempo.
Nuestro instante,
solo con nosotros.
FUNAMBULISMO
La vida es un acto de funambulismo
en las finas cuerdas del tiempo.
Una prueba de equilibrismo
en los vericuetos del mundo.
Hasta que la muerte nos separa.
Y ya solo queda el alma
a prueba de infinito.
SOY SOLO UNA VERDAD
Soy sola una verdad,
humana, a medias, imperfecta.
Una verdad con incógnitas.
Yo sinmigo, conmigo.
Solo una verdad imperfecta
y humana, eso soy.
MUJER AL VIENTO
Mujer al viento que susurras
melancolía y aflicción.
¿Qué me dirías si te dijera
que ya eres la música
que suena en esa corriente?
¿Que en tus alas de beldad
se posan mis versos como aves
de metáfora que vuelan
cuando te echo de menos?
¿Qué me dirías, mujer al viento,
si te dijera que ahora te escucho
al otro lado de este aire
de ausencia?
Mujer al viento que susurras
ahora mi poesía de nostalgiarte.
DIRÍA DEMASIADO
Todo ahora es perfecto.
En este dulce fragor
de silencio todo habla
sin que se pronuncie una palabra
más allá del sutil murmullo
del viento al acariciar
las copas de los árboles.
Todo se puebla de primavera,
aunque golpee la canícula
en los parques.
Y reverdece como si fuera
abril un verso sobre el mundanal
ruido que tanta música ensordece.
Mi alma quiere gritar
al mundo su grandeza,
sin aspavientos.
Y con el silencio ahora
es más que suficiente
para que emane su canción
de poesía.
Diría demasiado ahora
si hablara.
Así que me callo.
Y que hable mi corazón
a solas con mi alma.
Sin decir demasiado.
CUÉNTAME MÁS
Cuéntame más.
Atraviesa tu silencio,
y déjame que escuche
tu historia un rato.
En el camino sin duda
se entrelazarán nuestras palabras,
y seremos historia
de nuestra pequeña historia.
Por eso, cuéntame más.
Deja atrás tu silencio.
Y seamos más historia.
MÁS COSAS
Se habían callado
hasta entonces.
O puede que quizás
no hubiese sabido escuchar
su atronador y bello silencio.
Se habían callado
hasta aquel día
en que me dijeron
más cosas que de costumbre.
Aquel día escuché mi alma,
y las palabras dijeron
algo más que palabras.
Dijeron "poesía"
y en estos versos hoy
sigo escribiendo mi historia.
Desde que aquel día
las palabras dijeron
más cosas.
Dijeron algo más que palabras.
LOS IDIOMAS DE TU MIRADA
Hoy las cosas hablan conmigo
en una conversación inentendible,
inefable, onírica, ensoñada.
Porque tu mirada
está conversando conmigo.
Y habla muchos idiomas
que la lengua no entiende.
Hasta en el silencio que calla
grita como el río que corre
raudo y natural a ensancharse
en el océano, como se agranda
mi corazón para tocarte el alma,
aunque muchas veces no lo sepas.
Y tus ojos devuelven
a la metáfora los poemas
olvidados que había guardado
en el cajón sucio
de mi infancia.
Tus ojos ahora se clavan
como metáforas dulces
en un verso de miel,
amapolas y ternura.
Y hablan todos los idiomas
del mundo sin pronunciarse.
Porque, en silencio, tu mirada
canta la música de todas
las canciones que quise escuchar.
Y habla todos los idiomas
que quise aprender.
Así son los idiomas
maravillosos de tu mirada.
AMANECE DISTINTO
Hoy amanece distinto.
Y resulta algo extraño.
Porque es como si el Sol
desprendiera algo más
que esos rayos que queman
la piel en plena canícula.
Rezuma otra luz
desde una ventana de nostalgia.
Y el café susurra una canción
que deduzco entre borboteos
para que el mar grite libertad,
y el silencio se torne
un verso más al alma.
Amanece distinto.
Hoy más allá de una ciudad
de fantasmas te estoy mirando
desde el balcón de la melancolía.
Y amanece muy distinto.
Me quema, dulcemente,
no dejar de escribirte,
mientras das música
a los ruidos del mundo.
Y amanece distinto.
Desde el fragor silente
de mi anhelo,
amanece otro poema,
distinto.
PALABRA POESÍA
Ahora solo hay una palabra
entre el silencio y la música
que cruza de repente
un anhelo, una tristeza, un amor.
Y entonces, suena el mundo
a algo más que ruidos.
Y en la quietud llega
esa palabra hermosa
que traspasa el silencio
que solo escucha el alma:
poesía.
DECIR ALGO MÁS
Nada suena. Solo se oyen
ruidos afuera de monotonía
urbana y cotidiana.
Sin embargo, ahora mi alma
se pregunta si habré dicho
algo más que mi silencio.
Si mis palabras habrán atracado
con su barco de melancolía
en algún puerto de nostalgia.
Y si tal vez en lo que callo
habrá habido algo más que nada.
¿Habré dicho algo más?
¿Habrá llegado a ser un acorde
de música mi silencio?
¿O solo habrá sido la estela
fantasmal de otro corazón
cuyo latido se ensordece
entre tantas interferencias mundanas?
No lo sé si habré dicho,
la verdad, algo más.
Aquí al menos, si lo desean,
les dejo mi poesía.
Por si quizás haya dicho
al fin, algo más.
SUCEDE QUE TODO
Casi siempre, sucede
que nada sucede.
Y de pronto, ocurre todo.
Una palabra supera el silencio,
se agolpa la poesía
en la puerta de una idea,
y sucede que todo
ocurre en un instante
en que nada ocurría.
Así es la poesía: imprevisible,
inmensa, y mágica
en la que sucede que todo
ocurre cuando parece
que nada sucede.
DILO TODO
Aunque parezcan no cantar,
ni bailar en un verso,
ni gritar en alguna metáfora,
ni repercutir más allá
de los límites de tu habitación.
Aunque tus palabras
parezcan tan nimias,
dilo todo: igual albergas
el mar y aún no te has atrevido
a navegar por el océano
de descubrirte.
Dilo todo.
Solo así escucharás tu nombre.
AVES LUMINOSAS
Somos aves luminosas.
Volamos, cuando nuestras palabras
despegan desde el alma,
como águilas de galaxia
que encienden un mundo
de sombras terrenales.
Aves luminosas
con las alas de universo,
cuando más allá de la ciudad,
no se enjaula el verso
que todos escribimos
desde la fuerza genuina
y atávica del corazón.
Abiertas al viento suave
y dulce de la verdad,
somos aves luminosas que vuelan
de paso por la vida
para encender un poquito
las sombras del mundo,
en una gran jaula de cristal.
Aves humanamente luminosas.
ARDES TODAVÍA
Hace ya algún tiempo.
Unos cuantos días
con sus noches.
Unos cientos de amaneceres
cuyos albas me siguen
quemando de dulzura
y nostalgia la mirada.
Han pasado ya algunas
tempestades y alegrías.
Todo un mundo de recuerdos.
Y sin embargo, te sigo escribiendo
como la primera letra infinita
de un poema que no se acaba
en un último verso de melancolía.
Eres como un céfiro melifluo
que no deja de soplar
en la ternura de una metáfora.
La llama de cariño
que aún me arde
en lo más hondo del pecho.
Arde todavía esta poesía,
porque se enciende al rememorarte,
como una flama de latidos
que transcienden el alma.
Desde que llegaste, sin duda,
me tocaste algo más que la piel.
Yo diría incluso que penetraste
mi alma solo desde ti
hacia mi corazón.
Y ahora no hago otra cosa
que eso que dicen significa
"volver a pasar por el corazón".
Simplemente, no dejo de recordarte
porque ardes dulcemente todavía.
CALLAR MI SILENCIO
Hoy diré tan poco
que callaré mi silencio.
Y sin embargo, puede que resuene
demasiado en quienes no saben
admirar al viento cuando pasa
anunciando un lenguaje de poesía.
Porque hablará mi corazón
para que lo escuche mi alma.
Callando hasta mi silencio.
TE AMO
Te amo.
Ahora y siempre.
Yo diría que hasta
sin cuerpo, te amo.
Te amo porque eres diferente.
Porque no pides demasiado.
Porque hasta en silencio
sabes escuchar.
Te amo en la palabra
y en el verso que no se dice.
Te amo porque eres
metáfora de libertad
en una cárcel de cristal,
donde solo vuelan
pájaros de humo.
Te amo, sobre todo,
por todo lo que amo contigo,
aunque nunca te toque.
Estás conmigo, habitas
mi alma y eso me basta
para tenerlo todo contigo.
Te amo.
Te amo porque, sin duda,
eres diferente.
Te amo ahora y siempre.
Te amo, poesía.
SOLO PASAN COSAS
Ahora mismo siento
que solo pasan cosas.
El mismo tráfico ruidoso
de todos los días.
La monotonía de lo cotidiano,
y una cohorte de fantasmas
humanos cuya aflicción
nadie percibe tras fachadas
de falso oropel y crédito.
Solo pasan cosas,
todo es hastío,
hasta que irrumpe un verso
en el silencio,
y todo se torna magia.
Escucho al corazón
al compás de la melodía
de belleza mi alma,
y aunque solo pasen cosas,
resuenan estas palabras
como un dulce trueno de nostalgia:
soy humano, y estoy vivo
aunque solo pasen cosas.
SIN PREGUNTAS
Ahora no quiero muchas preguntas.
Quiero que todo fluya,
como la rosa que aflora
sencilla cuando llega la primavera.
Y que mis palabras se deslicen
por la hoja como las olas
sobre la arena a merced
y al compás tranquilo
de la corriente espontánea
e inefable del océano.
Sin demasiadas preguntas,
hoy quiero solo vivir.
Que responda el corazón
a mis latidos.
Y que el alma cante
la música de mi conciencia.
Mientras mi silencio
desea gritar poesía.
Con el verso natural
de la belleza
Sin demasiadas preguntas,
hoy quiero solo vivir.
PUERTO DE NOSTALGIA
Está declinando la tarde.
Envejece un poco más si cabe
el día en lontananza.
Y te echo de menos.
Tu alma ahora es un puerto
de besos en que mis labios
de poesía añoran atracar.
Y mis versos son como barcos
a merced de la corriente
de una metáfora que no encuentra
su singladura en el océano
de belleza de tu cuerpo.
Eres un puerto de nostalgia
donde arriba ahora mi melancolía.
Y mis lágrimas invisibles
llueven sobre el papel,
sin embarcarse nunca
más allá de tu silencio
cómplice de ausencia.
Te echo de menos.
Y mis poemas son ahora
puertos de nostalgia
donde atraca tu ausencia.
Mientras sigo aguardando
a que llegue el mar contigo,
sin pensarte tanto.
DÍA ENVEJECIDO
Hoy se siente el día algo extraño. El cielo ha amanecido encapotado. Parece que la melancolía ha querido asomarse un rato a mis pensamientos y siento como si el día envejeciese ahora, así como se marchitan las rosas cuando se marcha la primavera y el otoño les arrebata dulcemente sus hojas en una caricia sutil de naturaleza. Todo alrededor muestra un cariz joven, menos mi alma. Está triste y no consigo vislumbrar las cosas de otra forma. Supongo que es cosa también de la nostalgia pasajera que ahora recorre mis mejillas sin que se desate un aguacero de lágrimas por ellas. Son calladas como efluvios de una emoción que solo se profesa por dentro. Un atisbo de soledad por el que todo envejece.
Un momento en que no se sabe por qué solo se siente partida y adiós, como la primavera que ya se despide en su último ocaso para dar paso al verano, y como la rosa que, sin saber por qué, también se agosta. Envejece el día un poquito como los días que se persiguen iguales en este momento, así como lo hace el día en un transitorio ocaso de mi alma. Quizás mañana amanezca mejor, pero hoy amanece el día envejecido.
MÚSICA ENTRE EL RUIDO
Nada suena. Todo son interferencias
cotidianas entre una terrible armonía
de fantasmas cuyos pasos truenan
en la senda hacia ninguna parte.
Sin embargo, la poesía ahora
se abre camino entre el ruido,
y se torna música un fragoroso
silencio de mar y melancolía,
como el que me corre invisible
por las mejillas de mi alma.
Un verso. La belleza se expande.
Y amanece cualquier día,
aunque haya tempestad afuera.
Dentro amainan los truenos,
y afuera suena ahora la música.
Y hasta lo banal
se torna mágico misterio.
Porque la poesía ahora
se abre camino entre las interferencias
cotidianas del mundo.
Misterio en lo mundano.
Música entre el ruido: poesía.
TENGO QUE DECIRLE ALGO
Ahora le pido que me brinde
unos segundos de su tiempo.
Tengo que decirle algo
que, tal vez, no ensordezca
el ruido cotidiano de la urbe.
Tengo que darle como respuesta
mi silencio al suyo.
Y que hablen de todo
lo que tenemos que contarnos
nuestras miradas.
Clavadas en el horizonte ínfimo
pero universal de las almas
que se tocan sin apenas
rozarse la piel,
dejemos que ahora hable
este poema por nosotros.
Todo lo que tengo que decirle.
Mi silencio ante el suyo.
Y que hablen estos versos.
Lo que tengo que decirte,
que ya sabe con mi silencio.
SIN DECIRNOS TODO
Aún resuenan aquellas palabras
que nos dijimos sin hablar.
En aquel día en que dialogamos
en el idioma silente
de quienes se tocan
el corazón antes que el cuerpo,
y tiemblan aunque el abrazo
no siempre esté en la cita.
Sin decirnos todo,
contamos toda
nuestra historia aquel día.
Y aquellos ecos de entonces
siguen retumbando dulcemente,
como un secreto de fragores
callados que solo entienden
los que han entablado
la tierna batalla de enamorarse.
Sin decirnos todo,
aquella tarde, con el alma
desnuda en nuestro sutil
vestido de poema,
nos contamos todo.
AQUELLOS TIEMPOS
Asoma ahora la nostalgia,
y recuerdo aquellos tiempos
donde el Sol podía guardarse
en una pequeña gaveta,
y el firmamento entero
cabía en un golpe de lápiz.
Soñar entonces
no estaba prohibido.
Y a un salto de imaginación
se encontraba siempre
un dulce delirio de vivir.
El mundo volaba entre las manos,
y la gravedad era un leve error
de la naturaleza que no impedía
emprender cada noche un viaje
a la tierna luz de las estrellas.
Aquellos tiempos maravillosos.
Ahora desde la melancolía
los recuerdo con viveza.
A un toque de tinta.
A un solo pensamiento.
En aquellos tiempos el mar
colmaba mis días,
aunque no siempre tendía puentes
hacia el océano de la belleza.
Aquellos tiempos maravillosos
que ya no sé si caben
en un cajón de milagros.
En todo caso, ahora
asoma la nostalgia.
Y en un simple recuerdo
los atesoro.
Hasta cuando quizás vuelvan,
aquellos tiempos maravillosos.
SIN TIEMPO
Hace ya tiempo
que me siento sin tiempo.
Que todo simplemente pasa.
Sucede como los coches
en las avenidas, y el llanto
invisible por mis mejillas,
cual río de melancolía
que solo murmura fuerte
en lo más insondable de mí.
Hace ya bastante tiempo
que ando sin tiempo,
y me pregunto si este momento
podría caber en un solo abrazo
para albergarlo hasta siempre,
y que retorne el tiempo
a este viaje sin singladura
por los mares de la duda,
el miedo y la incertidumbre.
Por ahora, me conformo
con apretar fuerte estas palabras,
como se abrasa la piel
en un arrumaco sincero,
y que en el verso vuelva un segundo
a estar vivo,
a andar con tiempo
desde el fragoroso silencio
de mi interrogante humano.
Ahora, aunque sin mucho tiempo,
con un segundo de belleza,
quiero tener tiempo.