LA VIDA DE UN PLÁTANO
Hace algún tiempo era polvo. Y, no hace mucho, me volví semilla. Ahora estoy creciendo desde el pequeño fondo de algún hoyo sin saber en qué me convertiré al cabo de unos meses. Y me vuelvo, poco a poco, un pequeño árbol con forma de extraño sombrero verde al que le salen algunas protuberancias cuya forma aún no se asemeja a nada. Surjo de esa prenda natural que sigue expandiendo raíces, dejo de ser polvo para volverme materia. Y al cabo de un tiempo, ya algunos dicen que poseo un cierto aroma frutal. Es halagador saber que el olfato se embriaga ante mi esencia.
Crezco, y crezco hasta que adquiero una forma de luna jugosa y algo dura que algunas bocas ya desean degustar. Pero queda aún cierto tiempo para llegar a lugares exóticos a los que llaman restaurante, casa, etc.. Creo que, tal vez, me haré parte de alguna tarta con que se deleitará algún que otro paladar o me molerán con azúcar y gofio. Me vuelvo blando poco a poco como un sillón mullido que se amolda a la forma del cuerpo que se halla repantigado en él. Me quitan la camisa, y algo me devora. No puedo evitar volver al polvo del que surgí después de bajar por el esófago de quien me come. Ahora acabo de morir. Quien sabe si algún día volveré a la semilla como plátano. De nuevo a la fruta.
Crezco, y crezco hasta que adquiero una forma de luna jugosa y algo dura que algunas bocas ya desean degustar. Pero queda aún cierto tiempo para llegar a lugares exóticos a los que llaman restaurante, casa, etc.. Creo que, tal vez, me haré parte de alguna tarta con que se deleitará algún que otro paladar o me molerán con azúcar y gofio. Me vuelvo blando poco a poco como un sillón mullido que se amolda a la forma del cuerpo que se halla repantigado en él. Me quitan la camisa, y algo me devora. No puedo evitar volver al polvo del que surgí después de bajar por el esófago de quien me come. Ahora acabo de morir. Quien sabe si algún día volveré a la semilla como plátano. De nuevo a la fruta.
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