La vida ha de pasar.
Sin parar, sin detenerse
como los pies de agua
de una gota en los charcos,
cuando llueve.
La vida ha de pasar
sin que se pueda devolver
al tiempo los ojos perdidos
de quien contempla
paraísos en las musarañas.
Y tan sólo nos queda un remedio
contra las horas:
caminar sin arrugarnos demasiado.
La vida ha de pasar, irremediablemente.
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