PONGAMOS QUE VENDRÁS
Pongas que vendrás
mañana o dentro de unos días.
Pongamos que será otoño
y para entonces los árboles
habrán sangrado sus hojas,
y las aceras se vestirán
del marrón azabache de tus ojos
y algún tono algo amarillento
como el trémulo brillo de un sol
dibujado por la inocencia.
Pongamos que estarán
entonces mis labios en tu boca
y será primavera
aunque en los almanaques
octubre haya arrancado nueve hojas
y casi tres estaciones.
Pongamos que vendrás,
pronto, a amarme, amor.
Yo te estaré entonces
esperando con mis versos
de espuma y mis ganas
de quererte conmigo.
Y no diré lo mismo.
Vendrás, simplemente.
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