SIN UNA GRAN CASA
No necesito una gran casa.
Una habitación con mil habitaciones
sin que en ninguna me reciba
la soledad que sabe demasiado
de la lluvia de mis ojos,
y no la que diluvia afuera
cuando se viste de gris
el cielo en una tarde de invierno.
No necesito una gran casa,
ni una mansión con silencios,
ausencias y pasillos llenos
de cansancio y sueños pretéritos.
No la necesito,
porque lo que necesito
es habitarte.
Vivir cada minuto que seas.
Moldear el paraíso
en tu belleza,
y conquistar tus labios
con un beso
como conquista un marinero
la tierra a la que el mar
le ha llevado
tras la travesía:
amándola.
No necesito una gran casa,
si puedo habitarte, amor.
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