SE ENCIENDE EL DÍA
Se enciende el día
otra vez, pese al invierno.
Llueve a tientas.
Los bolsillos se me llenan
de barcarolas y mar,
mientras pienso que deberé
mañana cruzar el horizonte
para dejar lejos la tierra.
Y la poesía es como un remo
que me impulsa a la nostalgia
que aguarda tras un recuerdo.
Los burgados bailan al compás
de las olas cuando quiebran
dulcemente en un vals de corrientes
marinas.
Los últimos momentos
de primavera asoman
en los bancos luminosos
y casi celestes de mis pupilas.
Me siento a soñar despierto.
Y pienso que todavía
estoy allí,
pese a que me he dormido
y la niebla vuelve a morar
las esquinas de las calles
como las hojas secas en otoño
el asfalto y la piel marrón
de los campos.
Siento sus besos de sal
en la mejilla,
y una lágrima aflora
en mi iris lleno de soledad
tierna y agridulce.
Y entonces sé
que te echo de menos,
desde otra latitud lejana
a tu geografía africana, Canarias.
1 comentarios:
Es triste alejarse de lugares donde hemos sido felices, pero nos queda la esperanza de, quizás, volver algún día.
Precioso!!
Besos....
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