Llega febrero. Saltan las nubes.
Los bebés hablan gravemente
sobre sucesos y fatuos gobiernos
vestidos con pañales gigantes
y chupetes enormes.
La alegría brinca como el agua
y las olas que azotan
las rocas de la avenida.
Tras los disfraces
hay niños que siguen bailando,
y hacia el amor, a veces,
se tienden puentes de luz
que enfrentan la agridulce
fantasía de un sueño
sin bancos en el aire.
Es hora de maquillar
la tristeza con un poco de risa,
y la ciudad con cabalgatas,
máscaras y saltos pequeños
al cielo en una carroza.
Llega el carnaval.
Y pienso que también
pensar en tu rostro es mágico
cuando disfraza la ausencia
de tu belleza infinita.
Mientras arranca febrero.
Y sigo pensándote
con el Carnaval a cuestas.
Tras los disfraces
hay niños que siguen bailando,
y hacia el amor, a veces,
se tienden puentes de luz
que enfrentan la agridulce
fantasía de un sueño
sin bancos en el aire.
Es hora de maquillar
la tristeza con un poco de risa,
y la ciudad con cabalgatas,
máscaras y saltos pequeños
al cielo en una carroza.
Llega el carnaval.
Y pienso que también
pensar en tu rostro es mágico
cuando disfraza la ausencia
de tu belleza infinita.
Mientras arranca febrero.
Y sigo pensándote
con el Carnaval a cuestas.
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