SABERNOS
Saberte, que me sepas.
Sabernos con los ojos
llenos de alma,
y tus ojos llenos
de mi mirada embelesada.
Saberme tu piel a dedos,
y tu corazón a ternuras.
Y que tú te sepas
mi nombre a besos.
Sabernos los crucigramas
sin palabras de nuestro silencio,
cómplice y de voz tan elevada,
y que sepamos nosotros
solo del mundo en nuestra desnudez
abierta a las caricias.
Saberte, que me sepas.
Sabernos es lo que nos vuelve
únicos, infinitamente nuestros.
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