EN LA PATRIA DE
POTEMOS
Parece
que ha surgido una nueva nación de cuya superficie mi limitada enciclopedia de
conocimientos aún no sabe. Una nación algo extraña y, según parecen advertir
algunos rotativos, incluso truculenta. Una patria en la que “se fuman porros,
se vende comida vegana y no queda espacio para más pintadas”. Parece que el
autor o articulista en cuestión del documento en el que se constata tal delicado
denuesto manifiesta su desaprobación sutil a dicha “región”, radicada en la
facultad de Ciencias Políticas de la Complutense y construida, según él, en
torno a la nueva figura política de Pablo Iglesias bajo cuyo mando ahora se
encauza el rumbo de la nueva sensación en materia de partidos: Podemos. A
veces, podría decirse que más bien se habla de “Potemos”.
Lo
cierto
es que cabría preguntarse una serie de cuestiones después de leer el
texto. La primera que puede venir a la mente es la siguiente: si tanto
le
desagrada al autor el panorama que describe, ¿por qué no dice lo mismo
de los
banqueros y demás alimañas pertenecientes a la élite oligarca que, entre
bambalinas, lleva el timón de un mundo ya sin rumbo hacia un crecimiento
insostenible y permanece impertérrita ante la desgracia de millones de
personas
que se suicidan por no poder pagar las hipotecas que estos últimos, con
todo
conocimiento y con el único afán avaro de maximizar beneficios,
concedieron? Supongo que su perfume de Giorgio Armani le cae mejor, y de
ahí se puede deducir que le
molesta mucho el humo de cierta sustancia alienante, pero no sé si
escandalizaría
del mismo modo al saber que unos pocos ladrones, ludópatas empedernidos
de ese
gran casino bursátil con sede principal en Wall Street, siguen
emborrachándose
de gloria y riqueza a costa del sufrimiento de los demás. Desconozco si
opina
lo mismo del hecho de que debamos comernos la resaca de unas “fiestas
deudoras”
que no hemos celebrado y a las que, ni mucho menos, hemos sido invitados
ni
antes ni después de esta gran estafa a la que algunos, faltando
gravemente a la
verdad semántica de la palabra, denominan crisis.
Tampoco
soy muy consciente de si el autor del documento aprueba la conducta vomitiva y
codiciosa de cuantos siguen especulando con nuestro ya muy menguado Estado de
Bienestar (o Bienestuvo mejor dicho) a costa de los impuestos que pagamos todos
los curritos. Mientras ellos vomitan millones con el inestimable apoyo de un
Banco Central Europeo en nuestro continente que solo tiene liquidez para los ricos y vaselina para los pobres,
otros se conforman con comer una vez al día. Ya, por último, cabría
preguntarse, ¿le parece bien que nos sigan estrangulando sin dogales los
poderes fácticos y además prefiere que no se fumen porros en los pasillos a que
el ochenta por ciento de la población tenga la oportunidad de respirar? Si ese
es el caso, sinceramente, prefiero alejarme de su visión, fumarme un buen
porrito, comer comida vegana y pintar de esperanza todas las paredes del mundo.
No solo “en la patria de Podemos”, sino en la “patria de la Justicia Social”.