ERAN, ÉRAMOS
Eran las cuatro, las cinco,
las seis, las siete,
las ocho, sin diez de la tarde,
sin horas sin tiempo.
Eran las prisas sin ciudades
ni desvelos apresurados.
Eran las rosas solas y rojas
sin primaveras solas.
Era la sangre sin heridas,
y el corazón en calma.
Eran los besos sin labios.
Tu boca besándome
sin tu quijada.
Tus manos rozándome
sin los dedos acaso.
Tus manos rozándome
sin los dedos acaso.
Eran los sueños sin cansancio.
Era el día sin la noche después.
Mientras abríamos el mundo
entre risas y jugueteos tiernos.
Y cerrábamos a los relojes,
y sus agujas hirientes,
tú y yo detenidos en las almas,
la posibilidad al tiempo
de robarnos la pequeña eternidad
de nuestras cosas.
Solo un momento.
Eran, éramos.
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