OTRO MUNDO POSIBLE
Afuera hay demasiado ruido.
Resulta un poco difícil
rescatar la música
de la belleza bajo el asfalto,
y en ocasiones el mar
parece demasiado lejos.
Sin embargo, no me rindo,
no me conformo,
no me resigno con quedarme
cobardemente esperando
a que el Sol amanezca
tras estas ventanas oscuras
de la oficina.
Quiero que el mundo sea otro,
y que las bocas no escupan
tanto fuego, ni la sangre
se apodere de algo
que no sean las venas.
Quiero que corran los días,
y se persigan las noches,
y no que haya perseguidos
en las fronteras, ni refugiados
que no puedan volver a casa
como el pájaro que ya no sabe
dónde queda exactamente el aire.
Ay, si solo la libertad,
y el pensamiento se declararan
en rebeldía, y el único disparo
certero fueran las palabras
sensatas de la razón sin ambages
a la que no atraviese la muerte
con una bala en el pecho.
No sé si todo cambiaría mucho,
pero no me rindo, no me resigno
a pensar que todo esto
es lo que nada me queda
del mundo que quiero.
Aunque me vaya, a veces,
toda el alma en ello.
Quiero que el mundo sea otro.
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