MIRARTE Y DESPUÉS
Mirarte.
Mirarte es desdoblar
el mar de ensueños
que encierran tus ojos,
y desde la ternura
de clavar tus pupilas
en las mías como un verbo
de ganas aferrado al poema,
quererte sin que precises
que mis manos te cubran
los senos y el cuerpo.
Después,
si ya con eso no basta
para que ensanchemos
el cariño hasta amarnos,
seguiré mirándote.
Hasta que también el mundo
se desdoble en nuestro lecho.
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