Abro los ojos. Amanece.
Aunque sean las cinco
de la noche de un día
gélido de invierno.
No he estado durmiendo.
No es el Sol lo que ahora
se asoma a mis pupilas.
Tan solo te estoy mirando.
Y amanece.
No existe más belleza que atrapar los sonidos del mundo en unas palabras y ahondar en sus misterios por medio de las palabras de un poema.
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