NO NOS QUITEMOS LA VIDA
Quitémonos el corazón
en el centro de las ganas,
mientras andamos por un París,
tranquilo, sin más Bataclanes,
y sin más disparos.
También el aliento en Damasco,
Halepo, Bagdad, Alejandría,
y la belleza de otras miles
de ciudades sin que el ruido
atronador de las bombas
lo interrumpa, y la muerte
no ande con banderas
más vistosas que otras
en los periódicos.
Quitémonos el corazón,
el aliento, el alma
en la periferia de las caricias,
y si hace falta el tiempo
en algún instante
en el que después
de las cuatro y diez
no parezcan llegar las cinco.
Quitémonos todo eso.
Pero no nos quitemos,
por favor, más la vida.
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