CONSTRUYAMOS UN CASTILLO
Ahora me apetece proponerle
a todos los poetas y no poetas
una dulce y bella empresa.
Construyamos un castillo
de amor desde los cimientos
más sinceros de la ternura
y el cariño ya bien cocinado.
Un castillo de besos
con los labios desnudos del alma.
Un castillo de razón
con los abrazos de la amistad.
Un castillo que solo tenga
torres de emoción y escalofríos
desde cuya parte alta solo gobierne
un paisaje de inmensa armonía.
Construyamos un castillo.
Otro castillo más de arena,
desde la más meliflua inocencia,
que no rompan ni la gravedad
del tiempo rutinario, ni la incomprensión
de unas bombas que despiden
demasiado deprisa las ánimas
de la gente en las ciudades aterradas.
En esta gris mañana de agosto
me apetecería hacerle una propuesta
a los poetas y no poetas.
Construyamos un castillo de razón
con nuestra magia humana.
Construyamos un castillo de amor.