SE DERRETÍA EL TIEMPO
Aún lo recuerdo.
Se derretía el tiempo
entre nuestros abrazos,
como la nieve cuando el primer
sol de la primavera
despoja de la última escarcha
a los árboles que renovados
regalan sus hojas de nuevo
a la tierra y al mundo.
Confieso que era maravilloso
sentir cómo aquellas agujas
se tomaban un descanso
en su incesante tictaqueo,
testigo de unas tardes
que mueren, persiguiéndose.
Y aún lo recuerdo.
No puedo olvidar cómo entonces
en un abrazo olvidábamos todo,
hasta la ciudad que seguía
sin dormir a fuera,
mientras en nuestra desnudez
llovía a cántaros la belleza.
Y se derretía el tiempo,
mientras nos importaba poco
todo lo demás.
Porque descansábamos
un rato de nuestra senda
inexorable a la última noche,
cuando nos queríamos
sencillamente, casi infinitamente.
Y se derretía el tiempo
en el hermoso calor
de nuestras ganas.
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