MILAGRO
Llueve. Y siento
cómo se derraman
las gotas de la llovizna,
en mi rostro,
mientras surco un mar
de sensaciones vespertinas
con mis ojos hacia el cielo gris.
Ya se ha obrado el milagro
más bello de todos:
estoy vivo y tengo el poder
de que aún me lata el corazón,
junto con mi alma en poesía.
Todo un milagro.
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