OTRAS COSAS
Debo confesarte algo.
Me has enseñado otras cosas,
que quizás no sean otras cosas,
aunque no sepas de esas cosas.
El mar se ve distinto,
cuando lo miro
desde la ternura que rezuman
tus ojos como estrellas
de brillo trémulo ante mis ojos.
Y el verbo de querer
llueve y renace en una primavera
en la que volvemos a vivir,
después de estar casi muertos
para la ciudad y todo lo demás.
Tampoco sabía que el mundo
fuera tan pequeño,
y a la vez tan inmenso
desde los abrazos:
cuando siento tu cuerpo
enredado en el mío
no me importa nada
el resto del universo.
Y supongo que de eso
va un poco el amor:
ser un mundo
para otro pequeño planeta
humano y solitario.
Otras cosas.
Otras maravillosas cosas
me has enseñado, amor.
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