SI NO ME PREGUNTAN CÓMO TE LLAMAS
No sirve de nada ser nadie
entre un montón de fantasmas
que parecen vernos los ojos.
Porque es como ser, a veces,
ese chicle pisado al que nadie le pregunta
si le ha dolido la bota clavada.
Es como ser un gramofóno
sin disco alguno.
Estar mudo. Y gastar palabras.
Yo, ahora me decanto
por ser invisible
si no me miran a los ojos.
Si no me preguntan nunca
cómo te llamas.
jueves, 18 de diciembre de 2008
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