ESCUELAS
En mi infancia
tuve muchas escuelas.
Algunas pobladas de inocencia.
Otras olían destierro,
y algunas a experiencias
agridulces sin piñata ni confetis.
No solo estaba aquel colegio
en cuyas esquinas volaban
aquellas mariposas que solo
parecían habitar el estómago
de la ternura en ciernes.
También había muchas
escuelas en mi infancia.
El tiempo, las estaciones,
los sueños con guirnaldas de espejos,
las nubes acarreando anhelos,
las guaguas de las que descendían
fábulas y cuentos mágicos,
las nubes acarreando anhelos,
las guaguas de las que descendían
fábulas y cuentos mágicos,
y los delirios de una ciudad
sin más ruido que el silencio
atronador de unas miradas
profundas hacia el cariño futuro
bien hecho del amor.
Escuelas,
en mi infancia
tuve muchas escuelas.
Y ahora es la vida
la universidad en la que me imparte
la lección la experiencia.
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