EN UN DESVELO NOCTURNO
Diríamos que casi no es de noche.
Y que ahora, mientras asoma
el mediodía en los alféizares
de las ventanas,
yo sin embargo sueño
con que tus ojos
me encuentren.
Y padezco una tierna
sed de tus labios y tus besos
que no sacia ninguna fuente.
Quiero que se me olviden
también por un momento
la física implacable de la gravedad,
las matemáticas retrocedentes
del instante, y las desdichas
ocasionales de estar vivo,
a veces, sin saberlo demasiado.
Y en un desvelo nocturno,
vespertino o casi diario
te convoco a mis cosas
sin saber si vendrás.
Acaricio el anhelo
como si el olvido
o el recuerdo tuvieran forma.
Y al alma no le afectaran
ya más la química certera
y degradante de la sangre
que me corre cual río de arrugas
futuras
por las venas y bajo la piel.
El corazón me late fuerte.
Y en un poema invoco
una sístole y diástole incierta,
mientras me bombea el verso
este aliento de soledad
acompañada de tu ausencia.
En un desvelo nocturno
descansa el tiempo un rato,
y volvemos a encontrarnos la mirada.
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